Hoy se cumplen 38 años de un campeonato inolvidable. En medio de una huelga de jugadores, los jugadores amateur lograron el 13º título del club..
- Por Juan Manuel Nahoum –
"Vengo a River para salir campeón", declaró Ángel Labruna apenas fue confirmado como nuevo DT. La llegada de Ángelito como técnico de River en el 1975 produjo una revolución futbolística.
Labruna mezcló juventud con experiencia, una fórmula ideal en el fútbol. A Norberto Alonso, Juan José López, Reinaldo Merlo y Carlos Morete, abanderados de una camada joven y magistral, se les sumaron hombres con oficio de sobra: Roberto Perfumo (llegó desde Brasil), Miguel Angel Raimondo (de Independiente), Pedro González (de Perú) y Oscar Mas (de Real Madrid). Los cordobeses Comelles y Artico (ambos de Talleres) y Reinaldi (de Belgrano), más el paraguayo Bareiro (Cerro Porteño), se incorporaron para la gran aventura en ese año inolvidable.
La formación se decía de memoria: Fillol; Comelles, Perfumo, Artico y Héctor López; Juan José López, Raimondo (también jugó mucho Merlo) y Alonso; Pedro González, Morete y Mas. Y esperaba Daniel Passarella, actual presidente de la Institución, quien alternaba entre la Reserva y banco de supentes. La primera rueda fue un paseo: le sacó ocho puntos a Unión. Con un Fillol casi imbatible, con un Perfumo gigantesco, con un Jota Jota sabio, con un Alonso lujoso, con un Morete contundente y con dos “wings” imparables como Pedrito González y el Mono Mas, River regalaba distinción, convicción y goles. Y su gente reventaba los estadios y quebraba un récord de recaudación tras otro. No había cancha que aguantara tanta pasión, tanta locura.
Pero
los viejos fantasmas aparecieron en la segunda parte del torneo. Alonso fue
suspendido por seis fechas, por una expulsión ante Independiente, y el equipo
perdió tres partidos al hilo (Atlanta, Newell's y Boca, todos 1-0). Las
distancias se achicaron en la cima. Huracán y Boca corrían de atrás y exigían.
Pero volvió el gran Beto y River resurgió en el momento oportuno: un 2-0 a San Lorenzo en la fecha 36º, con dos
goles de Alonso (un cabezazo y un zurdazo casi desde el suelo), lo dejó en el
umbral del título.
Pero hubo otra piedra en el
camino. Una
huelga de jugadores profesionales obligó a que la antepenúltima fecha se jugara
con chicos amateurs. Increíblemente, el
hincha comenzó a movilizarse hacia Liniers a pocos minutos de comenzar el
partido. Parecía una película, y como
siempre, tuvo final feliz.
River
necesitaba ganarle a Argentinos Juniors, en el José Amalfitani, para coronarse
en el Metropolitano.
Federico
Vairo, quien fue DT en ese partido, formó un 11 inicial con jugadores de Sexta,
Quinta y Cuarta división. Vivalda;
Raffaelli, Ponce, Zappia, Jometón; Cabrera, Bargas, Rubén Norberto Bruno; Labonia,
Gómez y Groppa fueron los 11 “purretes” que buscaban cortar la racha de 18
años sin éxitos.
A los
24’ del segundo tiempo se produjo el gol de Rubén Bruno, quien lo relató así: “El 2 de ellos me la quiso levantar por
encima de la cabeza. Me pegó en la cara, salió para adelante y yo piqué, entré
al área con pelota dominada y vi al arquero y la toqué de zurda abajo. Fue gol.
Grité, quería correr hasta la tribuna y me frenó el alambre, era la alegría más
grande de mi vida”.
Tres días más tarde, en Avellaneda, los profesionales
(mucha gente los llama “los verdaderos campeones”) cerraron la campaña con un
2-0 a Racing, con un penal convertido por la zurda sabia de Alonso y el gol
número 24 de Morete. La masiva invasión de público al césped hizo que no se
jugara el complemento. Labruna terminó en andas de sus dirigidos. El Ángel de
River había cumplido con su promesa.
La campaña
55 puntos logró River (serían 78 en estos días) productos de
23 ganados, 9 empatados y 6 perdidos, con 72 goles a favor y 38 en contra en 38
partidos.
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